Desde su llegada a México en 1973, Carla Rippey (Kansas City, USA, 1950) ha desarrollado una sólida y sostenida trayectoria en el escenario de las artes visuales en México.
La artista se dedica a expandir las posibilidades de las artes gráficas desde un generoso catálogo de técnicas y soportes. Su discurso creativo se mantiene en los márgenes de la figuración: una actitud a contracorriente, de resistencia (como señala el título de la muestra) para la historiografía del arte en México que subraya, sobre todo, los conceptualismos y lenguajes afines de la escena artística local, desde los setenta hasta nuestros días: los mismos años donde se inscriben Carla Rippey y las obras de esta exposición. En este sentido, su persistencia en el dibujo figurativo es aún más interesante y paradójica, pues ella fue parte de Peyote y la Compañía, uno de los disímiles colectivos de creadores que definieron la avanzada del arte contemporáneo mexicano desde una voluntad transgresora de estilos y lenguajes, ajenos a las técnicas gráficas canónicas, así como a la representación clásica de la figura humana: ambos escenarios de la imagen figural donde Rippey destaca con probada soltura.
La muestra recoge parte de su producción desde 1976 hasta nuestros días y está organizada en dos núcleos bien definidos: un recorrido que se apuntala en una documentada cronología y una secuencia de diálogos visuales entre obras específicas. Estas correspondencias no atienden a una secuencia temporal: buscan enfatizar cómo la artista ha trazado su personal discurso a lo largo de cuatro décadas, mas allá de estilos, etapas y técnicas.
Un tema que define de manera cristalina su trabajo es la representación de lo femenino. Carla Rippey ha generado un amplio imaginario en torno a este asunto, que se desenvuelve en varias constelaciones temáticas: la identificación de la mujer (a partir de figuras específicas) como una manifestación políticamente reivindicativa; imágenes asociadas a la feminidad como fragmentos de historias que fluyen en el tiempo y la traslación simbólica de su propia vida desde un universo dominado por imágenes de archivo.
Otro tópico que le interesa a la artista se encuentra en el desarrollo de narrativas históricas cruzadas, donde conceptos como multiculturalidad, culturas primarias y tránsitos migratorios se alzan como formas simbólicas que se desplazan desde un perdido recodo de la historia hacia un lugar atravesado por la inmanencia del presente. Un regreso del pasado que sólo es factible en imágenes transformadas por procesos artísticos. Estas obras encarnan no sólo un ejercicio arqueológico sino otro gesto políticamente reivindicativo de Rippey, pues relativizan conceptos como poder, “superioridad” o culturas dominantes, nivelando los dramas humanos bajo una misma condición. Esto constituye el centro de interés de las relaciones que la artista establece entre las fotografías y su tratamiento gráfico e instalativo.
En este sentido, es destacable su interés en las posibilidades de la estampa. Otra particularidad de su obra radica en que ha expandido los márgenes que usualmente han constreñido al dibujo y el transfer a ejercicios de puras modulaciones formalistas. Igualmente es muy original como Rippey desmantela las fronteras entre dibujo, grabado, fotografía, libro de artista o instalación. En su caso ha utilizado estas técnicas para compilar un atlas de imágenes donde la apropiación, selección y edición se alzan como las estrategias relevantes, desplazando a un segundo lugar lo “artesanal” que se asocia a los materiales de los libros de artista y en torno a las “habilidades manuales” con que se describen el dibujo o el grabado. Rippey utiliza fotografías de archivos, Internet o adquiridas en mercados de pulgas para edificar sus relaciones de imágenes, posando sobre éstas una mirada muy valorativa de sus potencialidades retóricas, indicando sus coincidencias discursivas y culturales, mas allá de sus variados y contrastados orígenes.
Finalmente los universos temáticos de esta artista, así como sus abordajes técnicos, se despliegan en unas obras que resguardan valores históricamente asociados a la imagen artística y que resisten, a pesar de una tradición crítica que no deja de cuestionarlos: la riqueza poética del dibujo, su aquilatada dimensión estética, su evocador anacronismo. Es precisamente desde este lugar de resguardo y resistencia donde la obra de Carla Rippey sobresale en el escenario del arte contemporáneo mexicano.
Curador: Carlos Palacios
Agradecemos el apoyo de Fundación Telefónica para la realización del programa académico de esta exposición.