La publicación que documenta esta muestra se distingue por su minimización de cualquier información concreta sobre el artista y su obra. Con pincel, una fotografía de un diván decimonónico (¿un prostíbulo?) es parodiada para sugerir una suerte de mecanismo sexual monstruoso, como si el hombre depredador fuera devorado en su juego de apatía y deseo.