Concibo la práctica pictórica como el desarrollo de una idea a lo largo de la vida. Cada pintura es una reanudación, un ordenamiento del caos, o bien, una fuga. La pintura se comporta como imagen, entra en su campo, pero es un acto de libertad, su dominio es el Color y el Tiempo. Es pensamiento, imagen introspectiva e intuitiva, necesidad primigenia.
Mi obra se mueve indistintamente entre la abstracción y la figuración. En esta serie que presento, hay un constante interés por los grupos de personas, particularmente reuniones que parecen encontrarse en un tiempo dislocado, antiguo o futurista… También trances, “mapas de reencarnación” como un fantasma arrastrándose por un pedazo de carne. Encarnaciones luz, o plantas o animales. En el reino del color, las formas oscilan en la ambigüedad, el hombre de barro se deshace en el fango.
Curador: Guillermo Santamarina