En una primera aproximación podría afirmarse que una leve nostalgia impregna la obra de Fernando Palomar. No obstante que sus trabajos se nos presentan como fríos, distantes e incluso impersonales, pareciera que, en algún momento, por alguna rendija de la mirada, termina por filtrase un cierto regusto melancólico.Se trata, en todo caso, de una melancolía oblicua, la escenificación de un contexto que ya no existe, una especie de añoranza por un pasado perdido al que no podemos referirnos, abiertamente, al que sólo podemos aludir.
Curadores: Carlos Ashida y Leonardo Ramírez