El pintor de Zapotlán el Grande, uno de los mayores artistas de la vanguardia mexicana, reveló desde sus primeros acercamientos con la materia plástica su profunda preocupación por las causas sociales, en un momento identificables con el ideario de la Revolución, pero siempre autónomas y marcadas por su obsesión por el dolor, la injusticia, el oprobio de los débiles, la guerra y la muerte. Poco demoró el muralista en convertirse en el crítico más enérgico de las instituciones, fueran políticas o sociales, y en emprender su propia búsqueda de lo que debería ser un hombre de la posrevolución y, más que eso: un hombre de Occidente que contempla, horrorizado, las brutalidades del siglo.
En esta ocasión, contemplamos a un Orozco que ha traspuesto ya el ámbito de los murales y se concentra en el pequeño formato: obras de caballete y dibujos componen esta muestra que da testimonio del continuo retorno del artista a las raíces de su trabajo.
Curadores: Marisol Argüelles y Luis Orozco
Colaboración: Instituto Cultural Cabañas