La exhibición de cincuenta y cuatro pinturas, mixtas y dibujos del oaxaqueño de 27 años llenaba a Gilberto Aceves Navarro de un entusiasmo que se reflejó en el texto del catálogo. La obra adeudaba poco a Tamayo o a la “Escuela de Oaxaca” y la confianza de su trazo era patente.