Bajo la anuencia de Sebastián, Hersúa, Goeritz y Sebastián, Lombardo proponía obras –maquetas con aspiraciones a alcanzar la escala urbana– en las que el geometrismo se entretejía y articulaba en la urbe con una soltura, transparencia e interés formal que se ubicaban en un plano más innovador y audaz que el de sus tutores.