Anel Jiménez
Un túnel virtual nos posibilitó, a Isabel Sonderéguer y a mi, la entrada al nuevo estudio de Alonso Cedillo ubicado en la colonia Condesa, en la CDMX, a principios de este año. Estudio que, en esa ocasión, se redujo al encuadre permitido por el tamaño del monitor que tan solo nos dejaba ver una fracción controlada del universo de pinturas, libros, esculturas, objetos, muebles y cosas que habitaban del otro lado. Antes de iniciar la visita pensé que estábamos en la situación perfecta para encontrarnos con un artista que, según su página Web, se autodenomina como un millennial que hace arte post-internet; nota mental que fue tomando sentido según avanzó la charla. Sobre todo si tomamos como punto de partida una de las líneas de acción que caracteriza a esta generación de artistas influenciada por la internet, que busca convertir el mundo inmaterial on-line en un objeto tangible y que pueda, también, ser exhibido en el cubo blanco para generar reflexiones estéticas al ser abstraídos de su medio natural y aislados para su contemplación.
Bajo esa premisa, lo primero que captó nuestra atención esa tarde fue un grupo de pinturas colgadas en un muro ubicado a espaldas de Alonso; con lienzos de diversos formatos ordenados a manera de retícula, en donde hallamos una pintura de mediano formato que mostraba a Bowser, uno de los villanos del video juego Mario Bros, jalando por la cabellera a una chica; luego nos enteramos que la chica es Perséfone, hija de Deméter y de Zeus y que la pintura está basada en El rapto de Perséfone de Rubens; pieza que nos dio la pauta para hablar de la fijación que Alonso tiene con los motivos, las técnicas, y la pintura clásicas. Después, nuestro anfitrión empezó a mover la cámara y nos guió por otros muros dentro del estudio, también, cubiertos por pinturas —casi todas las piezas de su autoría a excepción de una obra de Gilberto Aceves Navarro y otra de Miltos Manetas, las cuales forman parte de su colección favorita —. Una de las constantes que unificaba las obras que alcanzamos a ver es la mezcla de escenarios digitales y análogos en un mismo lienzo, que es una de las líneas estructurales que guían las composiciones en la obra de Alonso Cedillo.
A la par de la pintura, la escultura es otro medio que Alonso potencia bajo la dinámica de mezclar posibilidades digitales con referentes clásicos y técnicas análogas. Nos compartió que, en el 2014, armó un conjunto de esculturas ensambladas con cosas compradas en la tienda virtual eBay y algunos objetos encontrados. Para el 2018, dio un salto técnico dejando de lado las compras en eBay mudándose al modelado 3D, desde donde empezó una secuencia, aún vigente, de impresiones tridimensionales. Para lograrlo, partió de imágenes digitales de una selección de esculturas grecorromanas en mármol encontradas en la web, como Laocoonte y sus hijos, la Venus de Milo, Discóbolo, Perseo con cabeza de medusa, entre otras. Proceso que le permitió adentrase en un campo fértil para la reflexión donde la escultura trasmuta para convertirse en imagen digital, continuando su camino siendo modificada por una computadora que la convierte en un modelo virtual para impresora 3D, la cual la dotará de volumen y materia mediante una especie de dibujo con plástico o metal para volver a su estado escultórico original. Este proceso Alonso lo define, casi, como un acto alquímico logrado con ayuda de la internet.
Cuando llegamos al proyecto NIMDA, corporativo virtual creado por Alonso en el 2013, nos percatamos de la potencia infinita del ala virtual en su práctica. NIMDA funciona como una especie de portal que da acceso a los servicios estándar que ofrecería una bolsa de valores privada donde se puede invertir en diversas empresas y éstas, a su vez, tienen la finalidad de comerciar bonos para generar ganancias y volvernos sus socios minoritarios. Lo distinto, en este caso, es que los bonos son obras de arte que el artista produce e inserta como una moneda de cambio.
Una de las empresa más recientes afiliadas a NIMDA es Colonia, la cual funge como una inmobiliaria que, por ahora, se promueve con renders de desarrollos habitacionales y turísticos ficticios, creados para la clase alta y proyectados dentro de terrenos federales en México; como el lago de Xochimilco, la selva del sureste por donde pasará el Tren Maya, entre otros parajes nacionales que se encuentran vulnerables ante la voracidad del Antropoceno. Lo mismo sucede con otra línea de financiamiento, El museo de la corrupción, que descaradamente nos pide invertir en sus fondos a cambio de una linda bolsa de manta. Al respecto, Alonso señala, “En este sentido, este género se vuelve un vehículo para la transformación. Así la idea que afirma que otro Xochimilco es posible no está llena de esperanza, sino muy por el contrario, es aterradora, pues funciona como un heraldo de la realidad”.
Una nota que me pareció relevante en este intervalo de la charla, es la fuerte influencia que Laura Anderson Barbata generó en la consolidación de esta ala virtual; ya que, por lo que nos cuenta Alonso, Laura le abrió la conciencia sobre la posibilidad de activar un intercambio económico a través de las plataformas digitales creadas y manejadas por artistas.
Tras finalizar la hora de tiempo que nos da Zoom, nos quedamos con la sensación de que la obra de Alonso Cedillo es vasta y cargada de posibilidades en potencia, guiada por un pulso latente que en cada momento genera ramificaciones nuevas que, seguramente, fluctuarán entre una existencia conceptual, digital, análoga o caminaran en sentido inverso.
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